Con motivo de la celebración del día internacional de la mujer, desde la Mancomunidad Tajo Salor me invitaron a contar mi experiencia y mi vision del papel en el mundo rural.
A continuación podeis leer el discurso que solo pretende ser una exposición de mi opinión y un humilde homenaje al trabajo que durante años han realizado las mujeres en el mundo rural.
Me encatará leer en comentarios tu opinión sobre el tema.
Buenos días.
Lo primero que quiero es agradecer a mancomunidad y a su presidenta, Mila Hurtado, la invitación para poder estar hoy aquí.
Como seguramente sabréis, este año el 8 de Marzo quiere ser un homenaje a las mujeres del entorno rural y me han invitado para que os cuente mi experiencia porque yo, hasta hace 8 meses no era una mujer rural. De hecho era todo lo contraria a lo que se puede entender por una mujer rural.
Hasta hace muy poco, vivía en una ciudad de más de 200.000 habitantes en el sur de Madrid, en la que tenia que recorrer 60 kilómetros para encontrarme en un entorno rural. En la que el asfalto y el coche eran mi día a día
Hace 8 meses, mi familia y yo decidimos dar un cambio a nuestro estilo de vida. Nos replantearnos nuestra manera de vivir y de educar a nuestros hijos y tomamos la decisión de irnos a vivir a Mata de Alcántara.
Elegimos este pueblo por ser el pueblo del que procede la familia de mi marido. Es cierto que cualquier pueblo es bueno para comenzar una nueva vida más cerca de la naturaleza, pero en Mata ya teníamos el arraigo de pasar nuestros veranos allí. Teníamos una casa que nos habíamos ido arreglando con la idea de pasar nuestra jubilación allí y que por suerte, hemos podido convertir en nuestro hogar muchos años antes de lo que imaginábamos.
Tengo que decir que ha sido gracias a la pandemia y el confinamiento los que nos ayudaron, como a muchos otros, a darnos cuentas que el orden de prioridades que habíamos creido válido hasta ese momento, no era el correcto.
Por eso, en junio, cuando acabaron el curso escolar, cogimos a nuestros cuatro hijos y nos marchamos al pueblo.
Hasta ahora, las diferencias que hemos descubierto en nuestro día a día, como os podéis imaginar son inmensas. No son dificultades sino cambios de hábitos lo que hemos tenido que ir superando.
En otro casos, han sido oportunidades para ponernos en marcha. Cuando llegamos al pueblo, había una falta de oferta cultural y deportiva, pero todo tiene solución si uno se lo propone.
La biblioteca se encontraba cerrada desde hacia mas de un año, pero la biblioteca estaba, asi que solo era cuestión de pedir permiso par abrirla. Por otro lado, no había actividades deportivas, pero si unas estupendas pistas de deporte, asi que, aprovechando miu pasado como deportista, comencé a dar clase de patinaje, primero a mis hijos y luego a muchos otros hijos de vecinos del pueblo. Y es que todas tenemos la capacidad de remangarnos y ponernos manos a la obra y si nos lo proponemos podemos hacer grandes o pequeñas cosas pero que mejoren no solo nuestra vida sino también la de los que nos rodean.
Nada ha sido complicado y la tranquilidad, la falta de aglomeraciones, de prisas y de estrés es lo que veníamos buscando y es lo que, sin duda, hemos encontrado.
Al a vivir en un pueblo, donde los desplazamientos al trabajo o a la escuela no suponen una media de dos horas diarias como en ciudades grandes, hemos pasado a tener mucho tiempo para dedicar a la familia o a otro tipo de actividades que eran impensables en el día a día en la ciudad.
Hemos pasado de sobrevivir de lunes a viernes y a utilizar los fines de semana para prepararnos para el lunes, a disfrutar de manera consciente cada día de la semana. A pasear, a descansar o a simplemente mirar por la ventana por que sí.
Como entenderéis, mi experiencia es tremendamente positiva, tanto que nos hemos animado a ampliar aun más nuestra ya numerosa familia.
Cuando la gente de la ciudad, que conoce mi día a día a través de las redes sociales, me pregunta cómo es posible que me de tiempo a hacer tanto con 4 hijos, siempre les digo lo mismo: ¡Vete a vivir a un pueblo!
A los que me preguntan, (y a los que no también), les digo que la decisión que tomamos de venirnos a vivir a un pueblo es, sin duda, la correcta.
Si este tipo de vida slow y consciente encaja entre tus prioridades vitales, no lo dudes y empieza a trabajar para que el cambio al mundo rural sea una realidad también en tu vida.
Cambiando de tema, y enfocándome un poco más en el tema en el que se centra las celebraciones de este año, me preguntaban sobre el peso que creo que tienen las mujeres en la lucha contra el despoblamiento en el área rural. Quizás mi respuesta no sea todo lo trasgresoras que algunas esperan, pero estaréis de acuerdo conmigo en que las mujeres somos sin duda, como lo hemos sido históricamente, uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la familia.
Las mujeres son las que han conseguido durante generaciones que las casas sean hogares allí donde estén sin importar el cómo o el cuándo, por lo que, una vez más, este superpoder de crear hogar y hacer familia, está en nuestras manos, aquí y en cualquier lugar del mundo.
Esta capacidad de crear, es fundamental para poder luchar contra la despoblación, porque si la extrapolamos a lugares fuera de nuestro hogar, adquiriendo importancia en la esfera pública, apareciendo no solo en las instituciones, sino en el dia a dia de nuestro pueblo, seremos capaces de crear pueblos más atractivos, más humanos y más abiertos al exterior, en los que acojamos nuevas ideas y abracemos los cambios para conseguir que nuestros pueblos vuelvan a llenarse de vida a través de familias que deciden retornar o a través de aquellos que pasan por aquí como turistas y que se llevarán a sus ciudades un buen sabor de boca por la experiencia que les habremos bridado.
Antes hablaba de las diferencias entre la vida en el pueblo y la ciudad, y es precisamente este aspecto en el que salimos de centrarnos solo en nuestra casa, en nuestra familia y en nuestro trabajo para volcarnos más en la comunidad y en el pueblo, en lo que básicamente se ha convertido mi día a día y en el que además se sustenta nuestra capacidad de dar vida a los pueblos.
Debemos formar parte de las fiestas, de las tradiciones y de la cultura que se trasmite de generación en generación, pero también tenemos que ser las que traigamos nuevas ideas, nuevas energías y pongamos en marcha nuevos proyectos, empresas e ideas.Vosotras sois capaces de hacer que nuestros pueblos vuelvan a ser lugares rebosantes de vida, simplemente, porque ya lo habéis hecho antes y porque tenéis la fuerza y la capacidad de crear vida dentro y fuera de vuestros hogares.